En finale d'une Coupe du Monde ou d'un Euro, jamais une équipe ne s'était imposée par quatre buts d'écart…
España aplastó a Italia y rubricó una trilogía inédita en la historia del fútbol. La selección encadena Eurocopa, Mundial y Eurocopa en un ciclo que ni siquiera la demoledora Alemania de la primera mitad de los años 70 fue capaz de igualar. Una dinastía en toda regla que España ha cimentado, además, sobre los dos grandes ogros del fútbol europeo.
En 2008, España encontró el toque y un estilo, el que mejor se adapta a un biotipo de jugador casi único. De físico liviano, ligero, hace de la necesidad virtud. Como no puede jugar por arriba, juega por abajo. Un sello que, posiblemente, hunde sus raíces en la cultura del fútbol sala, religión elevada a dogma de fe por el Barça de Guardiola.
Sin embargo, posiblemente el mayor mérito de España haya sido desnaturalizar a sus rivales, seducirlos con un estilo que, sencillamente, no se puede copiar. Un sello que le ha permitido ganar tanto que ha llevado a Alemania y hasta a Italia a tratar de imitarla. El empeño está dando al traste con una magnífica generación de jugadores alemanes y ha sido también una utopía para la revolucionaria Italia de Prandelli, la más ofensiva que se recuerda.
Como Alemania, Italia nunca fue capaz de jugar así. Posiblemente, sus jugadores nunca olvidarán los primeros quince minutos de la final de Kiev. España salió al campo conectada, como si la prórroga ante Portugal no hubiera terminado. Fue un equipo preciso y vertical. Xavi Hernández apareció al fin, al sexto partido, y se situó a la altura que él mismo se exigía en la víspera. A su alrededor, el juego de España floreció, con un Iniesta sobrenatural, un Silva enchufado, un Cesc ubicuo. Xavi tuvo el 1-0, pero el tanto estaba reservado para Silva, al que asistió Cesc, entrando por la derecha. Falsos nueves todos.
Con el 1-0, España dio un paso atrás. Quizá la obligó Italia, aunque no fue nunca la Italia del gran Pirlo, la que sometió a Alemania. El cerebro 'azzurro' fue bloqueado por Xabi y Busquets, mientras que Montolivo ya tenía bastante con perseguir a Xavi. Italia se aferró a sus delanteros, en especial a Cassano, que sacó un par de latigazos que escuperon los puños de Casillas. Peor lo pasó el capitán español en varios balones colgados por Pirlo, sobre todo. Pero España superó el trance porque, además, sabe competir. Ningún grupo ha jugado partidos más importantes que este en los últimos años.
Pasado el mal trago, España volvió a hacerse con el dominio del partido. Cada posesión era incisiva, nada de peloteos inocuos. Aunque el gol llegó de forma sorprendente, gracias a un preciso envío de Casillas con el pie. Xabi la bajó y Xavi la aguantó hasta que Jordi Alba reventó en carrera a Abate. Luego, el reciente fichaje del Barça, única cara nueva en el equipo con respecto al Mundial, se plantó ante Buffon y le batió como si llevara jugando finales toda la vida.
A España, que firmó su mejor partido del torneo, le sobró el segundo tiempo. Proença se apiadó de Italia y perdonó un penalti clamoroso por manos de Bonucci. Sólo Di Natale vio un resquicio para la esperanza 'azzurra', pero Casillas le negó el gol. Y a partir de ese instante (minuto 51), Italia rindió armas. La lesión de Motta la dejó con 10 y acabó suplicando otro indulto español. El mismo que les otorgó el tan traído y llevado 'biscotto' en el último partido de la primera fase. Pero Torres y Mata no quisieron saber nada de componendas y acabaron de clavetear el ataúd italiano. Y España acabó cobrándose aquel favor en otra final, la tercera, para la historia. Ni Italia ni Alemania; ahora es nuestra selección quien la escribe.
¡ Qué bonito es el fútbol... cuando juega España !
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire